sábado, 6 de diciembre de 2008

"EMOCIONES"


Amigos:
Sé que aún falta bastante para el Fin de Año, mas hoy quiero despedirme de todos Ustedes.
Lo hago de esta manera porque no soy Súperman, conozco mis límites emocionales.
Viajo para ver de encontrar una solución para el problema de mi vista.
No sé qué resultados obtendré, por eso, por cualquier eventualidad, quiero agradecerles tantas cosas....
Quiero que sepan que me ayudaron muchísimo en este tiempo de reclusión en que se han transformado mis días.
Cuando los amigos de toda la vida, de todas las ocasiones felices no encontraron tiempo para estar conmigo, o salir conmigo, Ustedes, desde el anonimato la mayoría, estuvieron siempre allí, y al saberlo, la necesidad mía de transmitir cosas como cuando aún podía atender mi consulta,encontró una nueva ruta, y las horas pasaron más acompañado.
Me llevo a todos conmigo.
Me han quedado algunas cosas por escribir y publicar.
Si puedo volver a ver, lo haré a mi regreso en Abril 2009.
Tengan la plena certeza de que les entregué lo mejor de mí, de mi experiencia de Vida.
Creo firmemente en la parte de la Verdad que encontré y reflejo, en lo que pienso, en lo que digo, y en lo que hago.
Soy pasional, pero cuando se trata del crecimiento, de la superación del otro, actúo de forma impersonal, objetiva, y fría.
¿Suena raro?
¡Yo soy raro!
Estoy convencido que si la Vida nos ha cruzado, no es para pasar el rato, es porque de seguro tenemos algo que aportarnos mutuamente.
Preferiré siempre tu bien al mío, que no sé ser, ni quiero ser de otra manera.
Casi todos se desean Amor y Paz.
Es lo políticamente correcto.
En un tiempo integré uno de los grupos de la Misión Rama.
Algún día escribiré mi experiencia con esas gentes, que no tiene desperdicio.
Pero a lo que iba: el grupo en cuestión era un nido de víboras, a cual más ponzoñosa.
Era sano llegar el primero, y retirarse el último.
¡Realmente corrías riesgo de ser deshollado vivo!
sin embargo, al final de las meditaciones del día, todos se besuqueaban, se abrazaban, y con lágrimas en los ojos se decían: "Te doy la Paz".
Deseos huecos, falsos, sin compromiso con el otro Ser Humano.
Sí Amor y Paz.
Por favor: Amor sin máscaras, sin disfraces, sin temor a las palabras, sin temor a las opiniones o juicios de los que viven y vivirán estancados.
Paz sí, pero no de la que nos deseamos y luego seguimos odiándonos o compitiendo.
No de la que mostramos al afuera, y que no reina y campea en nuestro espíritu.
Les dejo mis deseos de una buena Vida, como cada quién la entienda.
Les deseo que sean felices, que si han tomado decisiones que ahora lamentan, vean que más que escollos en el camino de la felicidad, son pruebas que nosotros mismos nos hemos impuesto a fin de conocer mejor nuestras capacidades, y utilicemos lo aprendido para transmitirlo a otros que vengan más atrás en la experiencia.
Que nada son errores, nada equivocaciones, no hay una manera correcta de hacer las cosas, salvo aquella que no destruya la autoestima y dignidad del que circunstancialmente tengamos al lado.
Estamos todos aprendiendo.
Gracias Kafda, puedes estar segura de que haré los contactos necesarios para escribir en el New York Times, lo verás; gracias Marcelo; gracias Lilí; gracias Marina, y te prometo trabajar en la publicación del libro; gracias Maxi; gracias Steven, creo que apuestas demasiado a mí, y a mi talento como escritor, pero si insistes te enviaré las copias; gracias María Teresa; gracias Ícaro, Francisco, Valentina, Gabriel, Viviana, Abel, Eduardo....tantos.
Gracias Paola, amiga nueva, por el alud de amor, por los buenos deseos, y por las lágrimas.
Gracias a los que me leyeron pero no se comunicaron.
¡Buen Año!
¡Hasta siempre!



Jorginho

Publicado el miércoles 17.12.2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

"Simone"

e estiró en la enorme cama, y al no topar con sus piernas, terminó de despertar.
Aún con un poco de modorra, y con muy pocas ganas, sale del revoltijo en que han quedado las sábanas.
El turbador olor de la piel de él todavía impregna su propia piel.
La abrasadora piel de Hernán.
Su color de almendra, su tacto fuerte y suave, sin imperfecciones como la de los otros hombres que hubo en su vida.
Se cubre con la blanca bata de tela de toalla, tan amplia, tan generosa, tan limpia.
Sobre la mesada de la cocina está la taza mal lavada, en la que él tomó el café, y que no ha aprendido a poner en el secaplatos.
Sonríe.
El amor le inunda.
En el panel blanco donde anota las compras a reallizar, hay un mensaje: "No olvides que te amo", y por firma sólo una letra H.
Tuvo suerte de encontrarlo entre toda aquella gente en el aeropuerto.
¿Fue su mirada directa y decidida?
¿El color negro profundo de sus ojos, que le hicieron recordar a Lorca y las Manolas?
¿Su prestancia de macho latino?
Lo que haya sido, gracias a Dios que fue.
Había estado a punto de rechazar la invitación de Sigfrido, su jefe inmediato, para participar del Festival Publicitario que, ese año, se realizaría en Bonn.
- "Dale Simone, tomalo como unas vacaciones, te va a venir bien.
Pensalo, además me sacás un problema de encima".
Habían sido compañeros de estudios, y en Facultad se hicieron muy amigos.
Aceptó segura de que se aburriría un montón, pero unas vacaciones, y con todo pago...no era cosa de todos los días.
Planeó una escapada a París, ¡hace tanto que no va!.
Esa misma tarde se comunicó con Blossom.
- "Hello?".
- "Blom?, soy Simone, ¿cómo estás?".
- "Simone?, qué una sorprshesa!, cómo essthás tshú?".
Se encontrarían en el Bistró de Armand.
Siempre almorzaban allí cuando venían a comprarse ropa a las Lafayette.
Qué buenos años los vividos en Londres!
Tenía tanto que compartir con su amiga inglesa, los e-mails no alcanzan y son tan impersonales.
Empezó a entusiasmarse con el viaje.
Segura de recibir pasajes en bussines, se sorprendió cuando Sigfrido le entregó billetes de primera clase.
- "¿Y esto?".
- "Agarralos y callate la boca, no levantes polvareda".
- "Gracias ché".
- "Sí, agradecé, que estuve a punto de mandarte en turista".
Ambos soltaron la risa.
No encuentra la caldera, y tiene ganas de tomar un té.
Está el microondas, pero es tan rápido....
Enciende el gas, pone agua a calentar, se recuesta a la puerta de la terraza y pierde la mirada en el mar.
Había llegado al Vip pensando en unas cuantas llamadas a realizar.
Se sirvió unos bocaditos y un té, y se acomodó cerca de uno de los teléfonos.
Estaba a punto de clavarle los dientes a un jesuita de jamón y queso, delicioso, cuando se sintió observada.
Levantó los ojos y se topó con la mirada de un hombre.
"¡Imbécil!", pensó, y no le tuvo piedad al saladito.
Se sintió una Reina cuando, ya ubicada en su asiento de primera clase, lo vio abordar, atravesar la cabina y seguir de largo.
"Dios es justo", pensó paladeando ambrosía cual una diosa griega.
Llegó al Bistró antes que Blossom.
Tuvo cuidado de hacerlo, pues quería ver a su amiga antes que la otra la viera a ella.
- "Darling!".
- "Honey!".
Blossom está casi igual.
Los dieciséis años que han pasado, no la han tratado mal...pena que ahora usa anteojos, pero por lo demás...
Ordenó una ensalada de endivias, un soufflé de champignones, y una copa de chablis.
Rehusó pedir postre.
Blossom prefirió la otra propuesta del escueto menú, un maigrêt en croûte, avec des feuilles verts, y una copa de borgoña.
De postre un Paris-Brest.
"La inglesa está loca!", pensó la uruguaya; "con todas esas calorías en poco tiempo parecerá una vaca.
Seguro que Peter la deja".
Blossom se veía feliz, relajada.
Ríe y se ve hermosa aunque vestida no tan a la moda.
Cuando le llegó el turno a la tentadorísima masita con chantilly y praliné de almendras, no pudo contenerse:
- "Blom......" intenta decir algo...
- "Never mind Simoune, estshouy enamourada de Peter amd él de mí.
Tshenemous una madura relationship, souportshará unas delicias culinarias...clarou, la roupa no es tshan amable!", y se echó a reír.
Una joven voz masculina, limpia, decidida, interrumpió la charla:
- "Perdón Mesdames, me permiten esta silla?"
Era el hombre del VIP, ¿qué hacía aquí?.
Lo había visto en el mismo Festival de Bonn, pero ¿aquí?.
Blossom le respondió en su jerigonza española, y él, muy suelto de cuerpo, inició una charla.
Se acomodó al otro lado de la inglesa que, al estar la mesa dispuesta a la francesa, quedó en un ángulo de sesenta grados respecto a Simone, de manera tal que al dirigir la vista a Blossom, las miradas de los dos coterráneos se encontraban, para disgusto de ella.
Se mantuvo fuera del diálogo y aprovechó para observar al atrevido.
- "¿A qué horas sale tu vuelo?".
La pregunta la tomó de sorpresa, no habían intercambiado ni una sola palabradurante toda la charla.
Blossom aprovechó para darle un mordiscón al Paris-Brest.
- "¿A qué horas?", el atrevido insistía.
Blossom se siente incómoda ante la ausencia de respuesta de su amiga, y aún con la boca llena de crema cubre la situación:
- "Not avión, ella rathers...¡Auughfff.....!".
El puntapié por debajo de la mesa no pasó inadvertido.
Unos instantes de silencio y estupor, y luego la carcajada de los tres llenó el coqueto local.
La caldera está silbando.
Prepara el té, y se lo sirve en la taza que dejó a medio lavar Hernán.
Apoyó los labios en la porcelana, y la temperatura del agua, y el saber que él había apoyado los suyos en el mismo lugar, le hicieron revivir sus besos.
La primera vez que estuvieron en la cama, él la desafió:
- "Quiero que me muerdas como al jesuíta del aeropuerto".
Le clavó los dientes para darle un escarmiento, él, con un movimiento y una agilidad felina, le tomó ambas muñecas, y asegurándola fuertemente comenzó a besarle todo el cuerpo.
La primera oleada de orgasmos le llegó dulce y profunda.
Con naturalidad, Hernán acomodó su cadera entre sus piernas, y cada uno conoció el alma del otro.
Revisa la agenda del día: dos entrevistas por la mañana, a la hora de almuerzo sesión de masajes en el salón de Eva, luego una presentación que sería fácil y rápida.
El resto del día lo tomaría para comprarse zapatos, nunca hay que comprarlos por la mañana, y había visto unos soñados.
Se dirige al cuarto de baño.
Abre la ducha, y el sonido del agua al caer le trae a la memoria la fuente del jardín de la casa de su abuela Ita.
Se quita la bata frente al espejo y se observa.
No está mal, hay que ver que ya no tiene dieciocho.
Hernán dice que es hermosa, pero ella siente inseguridades.
Siempre cuidó su imagen.
Tiene terror del paso del tiempo, y hace años que lo viene previniendo.
Perdió la cuenta del dinero gastado, perdón, invertido en seguir viéndose jovencísima.
Los hombres aman a las mujeres jóvenes.
Hernán dice que está conforme con como ella es, pero....
Algún arreglito, alguna corrección pequeñísima.
Por ejemplo los senos.
Sí, definitivamente, las mujeres se ven más atractivas con senos grandes.
Hernán dice que los de ella son perfectos para sus manos.
¡Y vaya si sabe disfrutarlos!.
¿Qué pasaría si cayeran?, ¡Mejor ni pensarlo!.
"Tal vez un chiquito más grandes y juntos...estoy segura de que lo vuelvo loco!".
Se toma los senos y los coloca en la posición que imagina.
Un rayo de hielo que la hubiera aatravesado, no la hubiese paralizado tanto.
Debajo de la punta de su dedo medio de la mano derecha, percibe un bulto que antes no estaba allí, está segura de eso.
No puede pensar, no puede reaccionar, se le aflojan las piernas.
Está aturdida.
En los oídos el sonido de un huracán.
Siente náuseas.
"No puede ser, ¡no a mí!".
Se toca insistentemente hasta que se provoca dolor.
Se siente como atrapada en una pegajosa telaraña de la que no puede soltarse.
"¿Por qué a mí?, ¡no, no puede ser!".
Se acerca la hora de la primera entrevista, y está demolida.
No hay maquillaje que le pueda devolver la luz a la piel, ni el brillo a la mirada ningún colírio.
Está asustada, muy asustada.
Intentando verse mejor, darse ánimos, viste un conjunto de St.Laurent que la favorece y estiliza.
Nada puede quitarle el rictus de la boca, ni siquiera dibujar las comisuras hacia arriba.
Atravesó las entrevistas distraída.
Ahora iba rumbo al salón de Eva.
Quiso cancelar, pero fue imposible, debería abonar igual.
- "¡Qué tensos estamos hoy!", advierte la masajista.
Una desganada y distraída sonrisa fue su única respuesta.
No tiene la cabeza como para ir a probarse zapatos.
Cancela los compromisos pendientes y se encamina directo a su domicilio.
Se siente extraña dentro de su casa.
Tira la cartera de Vuiton en el piso del dormitorio.
Se quita la blusa y el brassier.
Frente al espejo se hace un nuevo reconocimiento.
No caben dudas, allí está.
¡Tantas veces había visto y escuchado a Carolina Herrera en aquel comerccial en el canal de cable!.
Nunca supuso que ese mensaje también sería para ella.
En la biblioteca de su abuela Ita, había encontrado un libro que no recordaba el nombre ni el autor, que era una mujer, y lo había leído aquellas vacaciones, entada junto a la fuente del jardín.
En él, una amiga de la protagonista, enterada de un problema similar en uno de sus senos, ante la reacción de su pareja, se suicida.
¿Cómo reaccionará Hernán?
¿La seguirá amando una vez mutilada?.
En realidad aún no sabe si tiene algo de que preocuparse.
No tiene un diagnóstico.
¿Pero y si es positivo?.
Tiene las mejillas empapadas.
Todo su mundo, construído de seducción, belleza, perfección, tambalea y amenaza con derrumbarse.
- "¿Hola?......¿cómo estás?.......No, cansada, hoy no fue un día fácil.......estoy bien......dale, te espero.".
Hernán vendría esa noche.
¿Qué hago?.
¿Le comento algo?.
¿Pero qué le digo?.
Así como no le había prestado atención al comercial aquel del cable, tampoco lo había hecho con el Blog del tipo aquél que contaba sus idas y venidas con los asuntos de su propia salud.
Le había parecido nada elegante el exponerse de esa manera, y ahora qué falta le haría leer esas notas.
Hernán llega a las veintiuna horas, lleno de energía y alegría.
Simone está impecable, pero ausente.
Casi totalmente ausente.
No tiene la respuesta habitual a la cercanía del cuerpo de él.
-"¡A vos te pasa algo, no me jodas!"
- "No, te lo juro....bueno, sí.....estoy un poco preocupada.....", las palabras se le escapararon, y rápido debe pensar una salida creíble.
- "La hermana de Patricia.Le van a hacer una biopsia en una teta.Le apareció un bulto.No saben qué es".
- "¿Y vos qué tenés que ver con eso para estar tan afectada que ni bola me das".
- "Es que....."
- "Si querés estar más cómoda, me vouy".
- "No, por favor, quedate.Es que pienso que podría pasarme también a mí".
- "¡Salí con la mala onda, ché!.A vos no tiene por qué pasarte nada".
Lo tuvo todo claro.
Tan claro como jamás había tenido nada en su vida.
Comenzó a sentirse sola.
Muy sola.
Esa noche no tuvo orgasmos.
Tampoco los fingió.
Hernán se fue dando un portazo.
Lloró.
Lloró mucho.
Lloró por ella.
Lloró por toda una vida que se iba por el caño.
Lloró por tanta nada que tenía entre las manos.
Lloró de rabia, de desamor, de desilusión.
Recordó a su abuela Ita.
Al jardín con jazmines, glicinas y madreselvas; a ras del suelo, el tapiz de violetas.
La fuente, el agua y los pájaros.
¿Dónde quedó todo ello?
¿Por qué en su actual apartamento las plantas son exclusivísimas, carísimas, elegantísimas, pero de plástico?
¿Acaso había roto con todo aquello de su niñez, cual lo había hecho Hernán con ella esa noche?.
No importa si no lo vé más.
Ya no importa.
No durmió en toda la noche.
Repasa la agenda del día.
Viene muy complicado.
Habrá que cancelar alguna cosa.
Hace unas cuantas llamadas telefónicas.
Se baña.
Se maquilla con mucho corrector y poco color.
Se viste automáticamente, sin pensar dos veces en qué se pondrá.
Frente al espejo del tocador se cepilla el pelo.
Negro, abundante, con un corte de moda.
"Si me dan quimio.....".
- "¡Bocardi!".
Es para ella.
Se pone de pie, se mira a un espejito de cartera, se alisa la falda.
- "¡Buenas tardes Simone! ¿cómo andamos, tanto tiempo?".
En la puerta que cierra tras de sí se lee: "Dr.H.Faulkner - Ginecólogo".

Jorginho
Puboicado el miércoles 10.12.2008