
n los tiempos en que nuestra cultura judeo-cristiana con su carga de hipocresía llegó a corroer,derruir, avasallar, milenarias culturas preexistentes, la isla griega Lesbos cambió su nombre a Mytirini, con lo cual los pacatos y las beatas vieron aplacado su horror y su escándalo.
Gracias a la cordura de la que, a veces, hace gala la humanidad, hoy la isla recobró su nombre original.
Hace ya un buen tiempo que vengo observando el cambio de las relaciones intersexuales.
Y he notado que más aún han cambiado las relaciones dentro del mismo sexo.
Permítaseme en este escrito, referirme exclusivamente al sexo que más preponderancia, relevancia, responsabilidades, tiene en el mundo actual: el femenino.
- "Estaba harta! ¡no aguantaba más!", me dijo Madelón con la confiaza e intimidad que sólo dan los años de conocernos.
- "No quiero saber más nada de hombres, quiero estar y vivir tranquila!", y bebió un sorbo de whisky.
Pasaron algunos años de euforia, de "Free again", como canta la Streissand.
Madelón volvió a su vieja costumbre de viajar; retomó antiguos intereses casi olvidados; sólo se preocupaba de mandar a lavar su propia ropa, y disfrutaba de no encontrar más salpicaduras de orines en el cuarto de baño.
Conoció nuevas amigas, mujeres en su misma situación, y salía con ellas sin tener que dar explicaciones a nadie, y sin temer los cuernos que el otro pudiera meterle.
Si tenía hambre, con poca cosa se contentaba, y dormía hasta la hora que el cuerpo le pidiese, sin estar detrás de las responsabilidades que Hernán desatendía habitualmente.
Madelón parecía una mujer conforme y feliz con su realidad.
Hace unos cuantos días nos encontramos para tomar un té, y charlar de las cosas de la Vida.
- "¿Qué pasa que no hay hombres, Georgie?".
Tengo mis opiniones y teorías al respecto, pero callé la boca y dejé que continuara hilando su pensamiento.
- "Los tipos están todos para la pavada, enseguida que te conocen quieren cama, y ni hablar de una relación más formal!!".
Estaba realmente molesta e irritada, y de allí, quizás, la generalización.
Unos días después, llamó mi amiga Susana:
- "Hoola, yoo, ¿cóomo aandás?".
- "Hola! ¿qué tal tu fin de semana?
- "¡Callate, un embole!".
Eran cuatro mujeres profesionales exitosas, en la cincuentena, atractivas, en muy buena forma, glamorosas, peinadas, maquilladas, perfumadas......
Susana se desesperaba:
- "¿Te das cuenta? nos vestimos y preparamos para nosotras, no habia ni un hombre en la mesa ni en todo el restaurante!, puras mesas con mujeres iguales a nosotras!".
No pude con mi genio:
- "Querida, bienvenida a tu etapa lésbica".
Susana quedó en un profundo silencio lleno de interrogantes.
- "Claro, continué, estás en la edad en que las mujeres se cansan y rechazan a los hombres, y se dedican a ellas mismas, tal cual una especie de edad lesbiana de facto".
Lo que en un principio nació y encaré como una broma con mi amiga, o a costa de ella, me hizo pensar en que había mucha tela para cortar detrás de tal osada afirmación.
Me pregunto: ¿donde puede estar la raíz de semejante realidad en la relación entre hombres y mujeres?, creo que en el comportamiento nocivo de las propias mujeres en relación a los distintos tipos de relaciones que establecen con los distintos hombres en su vida, como lo planteé en "La Sociedad de los Peter Pan muertos", publicado en el mes de Noviembre de 2008.
Según he observado, las mujeres que en un principio cifran gran parte de la realización de su vida personal en la consecución de una pareja que aspiran sea con el hombre ideal, enfrentadas a la realidad del día a día, terminan rechazando al señor en cuestión, y, hartas de él, toman la decisión de hacer su vida prescindiendo de la presencia del mentado príncipe.
Nunca a lo largo de los años en que tuve mi consultorio, escuché a alguna de estas mujeres que cuestionase el papel femenino en el desbarranque de las relaciones.
Las mismas mujeres que criticaban y declaraban su frustración por el día a día al que estaban sometidas, no cuestionaban su propio accionar con los hijos que estaban criando, y a los cuales estaban inculcando los mismos comportamientos que tan irritantes les resultaban en sus parejas.
Cuando les hacía notar tal comportamiento, quedaban atónitas, no dando crédito a lo que escuchaban y, la mayoría aducía que mi observación era motivada por mi pertenencia al sexo masculino, y de ostentar un comportamiento corporativista.
Digan lo que digan, lo cierto es que hoy las mujeres se están quedando solas, y rodeadas por hombres que parecen no querer salir de un eterno comportamiento adolescente, anacrónico a determinada altura de la vida, pero, aunque parezca mentira, alimentado por aquellas féminas que ante la posibilidad de nunca más conseguir una compañía que consideran salvadora, aceptan cualquier cosa, disculpan tantas otras, y la calesita sigue en su noria.
No creo que sea positivo analizar y plantear una realidad sin intentar esbozar un atisbo de solución al problema.
Sin embargo no existe una receta universal que sirva a todos los casos.
Cada quien deberá buscar sus responsabilidades, ganas, errores, y modos de definir qué es lo que realmente quiere de, y en, la Vida.
Después deberá encontrar dentro de sí la fuerza, la valentía, y el heroísmo necesarios para, en esta sociedad tan estructurada que seguimos creando y sosteniendo, no se sienta disminuído ni señalado, pero esto lo expondré en un próximo post sobre la discriminación.
Lamentablemente el mal ya está hecho.
Las cosas son como son, nos gusten o no.
Sí podemos asumir desde lo individual, y si bien no tengamos las mejores cartas de la mano, hagamos lo imposible utilizando las potencialidades que naturalmente poseemos, para que el futuro sea bien mejor, o lo que es lo mismo, para ganar la partida.
La pregunta fundamental parece ser:¿merezco yo ésto?.
Y si la respuesta es NO, no tengamos sentimiento de culpa por nuestra reacción, pero reaccionemos cuando estemos bien seguros de la plataforma de decisión en la que estamos parados.
Analicemos que nuestra jugada no sea una amenaza que encubra un: tengo miedo de la Vida sin ti.
En fin, que todo se reduce a una cuestión de honestidad y respeto.
Honestidad y respeto hacia uno mismo.
Honestidad y respeto que no a todos nos han enseñado a tener como norma principal, y que tampoco nosotros enseñamos a que de ahora en mas comience a serlo.
Sí, tenemos la convicción de ser honestos y respetuosos, pero es sólo la convicción.
Detrás se oculta toda una serie de pensamientos no revelados, de necesidades no satisfechas y acalladas, todo encubierto por las buenas maneras tan tortuosas que la sociedad acepta, inculca y promueve con el título de "lo correcto y lo que debe ser".
Sin embargo esta sociedad nuestra es altamente permisiva con el comportamiento masculino.
unos por identificación e inconsciente conveniencia; otras por repetición, transferencia, rencor o chantaje.
Así lo que se proclama correcto, adecuado, y deseable a nivel de estructura social, es violentado a nivel individual, con el beneplácito de educadores, me refiero a quienes inculcan las reglas de convivencia,
es decir, las figuras parentales.
Uno de los reclamos más frecuentes de las mujeres hacia los hombres, es la falta de atención al detalle, a las pequeñas cosas que merecen halagos, y no sólo estar atentos a las quejas por lo que consideran son sus derechos absolutos.
Pero seamos sinceros, no han sido educados para prestar esa atención, ni para tener la delicadeza de trato y, cuando de natural esta se manifiesta, es inmediatamente reprimida catalogándola de cosas de mujeres o de maricas.
Lo maravilloso de la cuestión es que son las propias mujeres que educan las que cometen tal torpeza y atropello al trato que luego recibirán sus congéneres.
Hoy en día son las propias mujeres quienes deben alabarse un nuevo peinado, un vestido diferente, o un perfume que les sienta de maravillas.
Ellas lo quisieron, ellas lo tienen, o, recogen lo que sembraron.
Incluso en la manifestación íntima de amor, tan devaluada ella, el hombre se comporta con total prescindencia del otro involucrado en el asunto.
No respetan tiempos anteriores ni posteriores a la consumación, olvidan la ternura, la dulzura, y sólo responden a la satisfacción inmediata del deseo, de SU deseo.
Así las mujeres acumulan frustración, rabia, descontento, y encuentran apoyo en otras mujeres.
Supongo que deberíamos hacer algo al respecto, y por favor, que sea rápido.
No vale la pena estar en este mundo sin cumplir con el principal mandato biológico: SÉ FELIZ!.
Jorginho
Publicado el 07.06.2009
Corregido por R.Méndez