domingo, 17 de enero de 2010

"MOMENTOS"


"...........
La Vida se hace siempre de momentos,
de cosas que no sueles valorar.
Y luego cuando pierdes,
cuando al fin te has dado cuenta,
el Tiempo no te deja regresar.
.........."

Julio Iglesias
(fragmento de "Momentos").-

No sé ... siento algo diferente en mí.
Hoy no es ningún día especial.
Es uno más de los de este verano uruguayo que no se decide ni por serlo, o transformarse en un crudo invierno.
Después de todo, haga o no haga calor, igual tengo que ir al supermercado.
Se me ocurre, pero no digo nada por si cambio de idea, luego al volver, pasar un rato por el Valerio.
El "Valerio" es un bar tradicional de esta zona de Montevideo, Pocitos, donde acostumbraba a ir algunas noches, muchos años atrás, con amigos.
Te sirven desde un simple café, hasta la más completa de las comidas ... y todo delicioso.
Era lindo y distinto ir al Valerio ... ¿cómo estará ahora?.
En la Tienda Inglesa, desde ajo a juegos de toallas, compré de todo y, luego del obligado paso por la caja, miro a Ro:
- "¡Ché, con todas estas bolsas ... ¿te parece ir al Valerio?".
Aquel, en una actitud muy suya, se encogió de hombros y respondió:
- "Y ... ¡sí!".
Es la una de la tarde, y enfilamos hacia allá.
El día está precioso: un sol que no molesta, templado, y una suave brisa mueve la copa de los Paraísos de la calle José Ellauri.
El boliche sigue como antes, la misma atmósfera, aunque remozado y renovado, sigue cómodo, confortable y con ese dejo de natural clase.
Repleto, por suerte encontramos lugar en la terraza que da sobre Avenida Brasil.
Observo la concurrencia.
La mezcla habitual de vecinos de la zona, gente mayor, gente muy joven, gente adulta.
El sol escasamente se filtra a través de las hojas de los centenarios Plátanos de la avenida, me relajo, y me dedico a disfrutar.
El murmullo de las conversaciones en las mesas vecinas; las respuestas del Mozo a las mil diferentes preguntas sobre el menú; el ruido de los motores de los autos, que me suenan a ronroneos ... todo ello me provoca placer.
Busco en mi interior, seré sincero, algún dejo de nostalgia por el tiempo ya pasado, y no lo encuentro.
Lo que fue, ya fue.
Y lo que fue, cuando fue, fue bueno ... muy bueno diría yo viéndolo a la distancia.
Claro, uno entonces no lo sabía.
En los setentas y ochentas, mis afanes eran diferentes.
La "movida", al menos aquella en la que yo participaba, se dividía entre el Centro, con sus Bares y Teatros, y Carrasco, con las Discotecas.
Este Bar está a medio camino entre los dos puntos mencionados, y era nuestro exclusivo "after hour", incluso para tomar un desayuno.
Claro, uno se sentaba a sus mesas con los amigos, y la charla era sobre lo vivido esa noche, las decepciones o enamoros, las miradas intencionadas con algún parroquiano, con alguien en un auto, con gente que caminaba por la calle, viendo la posibilidad de un último "levante", y ni la cabeza ni el corazón se dedicaban a "sentir" lo que en ese momento la Vida nos estaba ofreciendo.
Y tal actitud tenía lógica y coherencia.
En este contínuo y eterno aprendizaje que son cada una de las vidas que tenemos en nuestra Existencia, no llegamos a saborear el postre, si antes no degustamos el primer plato.
Encima de ello, no fuimos ni educados, ni enseñados, ni acostumbrados, para gozar del Aquí y Ahora, dejando atrás el momento pasado, por bueno, o malo, que este hubiese sido.
En este instante, a la mesa del Valerio, me viene a la memoria "Tarde em Itapoa", versos de Vinícius y música de Jobim.
Aquellos que acompañado por Benji en la guitarra, canté en el Union Square Park hace ya unos años: "... e con o olhar esqueçido, no encontro de céu e mar, bem devagar ir sentindo, a Terra toda rolar ...".
Vinicius sábio, saravá!.
Una noche, a finales de los setentas, estaba yo en el salón de la casa de unos amigos.
De pronto, y sin anunciarse, entra y se dirige hacia mí, que a la sazón estaba solo en la habitación, un personaje que me inquietó por su actitud.
No parecía ser alguien agresivo, pero no se condecía con aquel ambiente.
Se me acercó con la mirada y el porte de quien acostumbra a pedir dinero en la calle.
Cuando yo ya iba a reaccionar, escucho a mis espaldas la voz de mi anfitrión:
- "¡Hola Mateo!, Jorge, te presento a Mateo".
- "¿Qué tal?", dije aún sin salir de mi asombro.
Mateo ... el legendario, el mítico, el genial músico y creador oriental, en fin ...¿este es Mateo?.
Habló alguna cosa con mi amigo, este le dió un dinero, se despidió, y no lo vimos más.
- "Sí, Jorge, así son las cosas ... y se necesita ser muy fuerte para vivir "al día" como lo hace el".
Alguna sinapsis trasnochada en mi cerebro, fue la causante de que, por muchísimo tiempo, asimilara la idea de "vivir al día", con la del "Aquí y Ahora".
Sólo después de mucha lucha entre los dos conceptos, de desterrarlos y readoptarlos, después de muchísimos cascotazos, logré ver con claridad, y llegó la Paz a mi entendimiento, y el Goce a mi Vida.
Fue cuando analicé que "vivir al día", significa vivir sin haber aprovechado en absoluto las lecciones que nos dio la Vida.
Que fueron tirados a la basura los acontecimientos de cualquier índole que nos tocó en suerte atravesar.
Que es la irresponsabilidad total en cuanto a nosotros mismos, es el no pensar, el no "honrar" el supremo don de estar vivos.
Entonces, el "Aquí y Ahora" apareció resplandesciente en su Verdad.
Brillaba ante mí la magnífica revelación: "el Aquí y Ahora es intemporal, es el instante eterno, integrado por los conocimientos extraídos de las experiencias vividas, y la deliciosa conciencia de la continuidad de la Vida".
Es el eterno presente ... la Cuarta Dimensión ... es el "despertar".
Es el conocer quién soy, porque sé quién fui y, también sé que si mi Tiempo continúa, seguiré en él, sumando al que seré, el que hoy soy.
(espero haberlo expresado medianamente claro).
Y nadie, salvo algún mediocre, o un cobarde, podrá sostener que para adoptar este estilo de entender la Vida, es menester estar más allá de la problemática del día a día.
Yo no lo estoy.
Creo que nadie en este mundo, vive sin contrariedades, dolores, complicaciones, disgustos, etc,etc,etc.
Sólo que algunos hemos comprendido que ya es más que suficiente con todo eso, como para sumarle la necedad de negarnos a los posibles y pequeños goces, disfrutes, que la realidad circundante nos regala y propone.
El sol se ha movido entre los árboles, y un demasiado cálido rayo me acaricia la piel del antebrazo.
Ya es hora de marchar.
Tomamos por Berro entre bromas y risas.
¡Qué me importan las vallas que crucen en mi camino!.
¿Qué nos podrán quitar los distintos avatares del mundo?.
Al igual que los dos protagonistas de "Casablanca":
- "Nosotros siempre tendremos París".




Publicado el día Martes 26 de Enero 2010
Nota Gráfica y corrección: R.Méndez

4 comentarios:

wilsonfl dijo...

Que hermoso! Cuanto nos robó esta educación judeo-cristiana llenándonos de culpas!
En tus palabras parece tan sencillo que uno entiende que no hay excusas para el disfrute cuando la ocasión se presenta. Un gran abrazo

Jorge R. Etchepare Mac Eachen dijo...

Querido Willy:
¿cuántos años hace que nos conocemos ... veintiocho ... treinta?.
Has estado a mi lado, conociste, y atravesaste conmigo, mucho de mi proceso de vida y, siendo tan observador como eres, a más dede, como tú mismo dices, tu "inmensa intuición pisciana", sabes, casi mejor que yo mismo, cuanto me ha costado llegar a este momento.
Por eso mismo escribo lo de los "cascotazos".
También es cierto aquello de : "no vaayas a la batalla, si piensas que la perderás".
Sé que la experiencia es instgransferible, y sé también que la Luz es para todos.
Por eso escribo.
Sólo por eso este Blog.
Sabés que te quiero
Jorge

María Teresa dijo...

El aquí y el ahora, que bien lo explicaste... entiendo es algo así como estar parado en una calle con una maleta llena de recuerdos, aprendizajes y herramientas selectas con las que enfrentas exitosa-mente las experiencias del ya, disfrutándolas, suavizándolas a consciencia, mientras ves que se te acerca a cuenta gotas el futuro al que ves amablemente, gozándolo sin plantearte metas ni sueños tan largos y casi obligándote a no desperdiciar lo que tienes ya en las manos

Jorge R. Etchepare Mac Eachen dijo...

Hola M.T.:
sí, es algo así.
Ya bio estoy tan seguro en cuanto a eso de la longitud del alcance de las metas.
Me parece que, cuando se tiene claro el "Aquí y Ahora", se disfruta, se le otorga valor, no sólo a la consecución eel logro, la meta, sino cada paso que se da hacia él o ella.
¿Y si nunca la alcanzamos? ... no importa, hemos, al estar conscientes del momento que estamos viviendo, conseguido tanta enseñanza, tanta experiencia, que tendremos la alegría de haber "intentado" y, gracias a que estuvimos atentos a la realidad del día a día, no al sueño del día a día, sabemos que podemos y, con la enseñabnza de la experiencia que ahora tenemos, decidiremos si volver a intentar, si realmente lo desedábamos y, de ser así, otra será nuestra estrategia.
Beso
Jorge