viernes, 8 de enero de 2010

"CANDOMBLÊ: Mis Experiencias Espirituales"-


Nunca me sentí, en ningún sentido, atraído hacia las religiones afro-brasileñas, es más, las veía como asuntos de "outsiders".
Hasta la tan simple y cotidiana lectura de las cartas, me revelaba.
Entre otras cosas que no vienen al caso, rechazaba, y aún rechazo, la matanza de seres vivos, sean cuales sean, y por los motivos que sea.
Sin embargo mi menosprecio filosófico varió desde la primera noche que pasé en la hermosa Salvador de Bahía.
Había llegado a la ciudad un mes de Febrero de ... parece mentira ...¡ya hace treinta años!, sobre las diecinueve horas.
Me registré en el Hotel, ubicado en zona estratégica en la Cidade Alta, y me retiré a la habitación que sería mi hogar durante treintaicinco días.
Abrí las inmensas ventanas ... no lo podía creer: frente a mí, el inigualable cielo negro y estrellado de Salvador, el perfil de Itaparica, la bahía toda ella misteriosa y, de pronto ... comenzó a oírse, desde la calle Chile, unos cuantos pisos por debajo de mí, y totalmente a oscuras, una melodía tradicional brasileña:"Aquarela do Brasil" de Ary Barroso, ejecutada en instrumentos de cuerda, violín, chelo, violonccello, guitarra ..., por un grupo de músicos ya retirados, que, supe después, se reunían en un pequeño Club frente al hotel para, sólo para ellos, interpretar las melodías que les hacían felices.
De pronto comencé a percibir amigables movimientos en el Cielo aquel.
Lo que ví me maravilló y lo sentí como parte integrante de lo que hoy, en esta Vida, soy.
Un espectáculo maravilloso que me hizo olvidar el equipaje sobre la cama, el cansancio, los pies hinchados, y quedé allí, en la "sacada" de aquella habitación, sintiéndome involucrado con el Arcano, y recuperando una importante parte de mi identidad.
A la mañana siguiente, vencido por el cansancio del viaje y la emoción de la noche anterior, no desperté temprano como es mi costumbre, sino que sobre las 09:00, me despierta el sonido de una canción , aparentemente de moda, cantada por una mujer cuya voz e interpretación me cautivaron.
Cuando salí a mi primer paseo por Salvador, noté que al lado del hotel había una disquería.
Gracias a mi fluidéz y dominio del portugués no tuve problemas para expresarme y preguntar quién era la intérprete poseedora de aquella voz que me había hechizado ... Maria Bethânia, y la canción "Grito de Alerta".
Siempre me gustó y disfruté, el viajar sin compañía.
Aún estando en pareja.
Es que mis viajes siempre han resultado en revelaciones sobre mí mismo.
Encuentros con lugares que no sabría por qué, no me eran desconocidos y, luego me enteraba, eran sitios fundamentales del lugar.
Es difícil viajar con otro, máxime para mí que interactúo sin preconceptos, que me mimetizo con las gentes del lugar, aunque en Sud América no me ayudan ni mi piel, ni mis ojos, ni mi pelo pero, fuera de eso, soy uno más, olvido todo lo que dejo atrás.
Supongo que debo tener, también, un poco de suerte, pues las personas me aceptan, me integran, me destacan.
Les relataré una anécdota, que más parece un Koan, que leí en una historieta publicada en un Libro Zen:
"Es la hora del crepúsculo.
La Luna aún no ha salido, y dos amigos se sientan al borde de un risco desde donde se divisa todo el horizonte entre mar y Cielo, a esperar su llegada.
Amigo A- "Aún falta un poco para que aparezca la Luna llena".
Amigo B - "......................".
Amigo A - "¡Mira, allí está!".
Amigo B - "...................".
Amigo A - "¡Qué linda es!".
Amigo B - "...................."
Amigo A - "¡Observa cómo crece!".
Amigo B - "...................."
Amigo A- "¿Notas cómo se refleja en el agua del mar?".
Amigo B - "...................."
Amigo A - "¡Mira qué alto está en el Cielo, y qué redonda, y qué blanca!".
Amigo B - "...................."
Amigo A - "¡Qué buen espectáculo! ... ¿qué opinas tú?".
Amigo B - "Que no conoces nada de la Luna llena".".
Por esta razón es que prefiero viajar solo, que no por otra cosa.
Alguna vez, presionado, viajé acompañado y la experiencia no fué mala, fué desastroza.
Una de las veces por viajar con gente dependiente: "si vos no vas yo no voy", "¿otra vez vas a volver al mismo lugar?", "¿te parece... ?".
La última de esas oportunidades terminó en que me enteré del alcoholismo de la amiga que me acompañaba, apenas llegamos a destino, y a partir de allí vivió un pedo eterno.
Los descubrimientos y modificaciones y aprendizajes sobre mí, los demás , y el mundo, serían imposibles si me muevo con mi particular "ghetto" a cuestas.
Así como en el primer Carnaval que pasé en Rio de Janeiro, me quedé dormido en una Plaza pública frente a la "apoteose do Samba", de la misma forma me entregué a Salvador, y bebí su ancestro que, de alguna manera, sentí mío también.
Se abrió en mí una puerta de comprensión, que no de aceptación ni respeto, por ciertas cosas.
Fue en Salvador que de pronto, como me sucede siempre, vino a mí una decodificación de los distintos por qués, y ritos de las diferentes Religiones.
Cada noche veía danzar a los Orixás en aquel Cielo de terciopelo negro e imponente.
Cada noche se escuchaban los mismos músicos e instrumentos de cuerda.
Brillaban las estrellas, y mis pasos por la Ciudad, mi involucre con su historia y su gente, fueron preparando el camino para que, dos años más tarde, tuviera mi primera experiencia con los Santos del Candomblê.
Épa ô, meu Pae Oxalá!



Publicado el día Martes 12 de Enero de 2010.
Corregido por R.Méndez

2 comentarios:

María Teresa dijo...

Hola Jorge, yo estuve contemplando el cielo y escuchando los músicos asomada a la ventana allí contigo y fue muy agradable el viaje a través de tus recuerdos. Gracias.

Jorge R. Etchepare Mac Eachen dijo...

Hola M.T.:
el viaje sigue, el próximo Post comienza a relatar las experiencias en sí mismas.
Son innumerables los diferentes caminos que llevan a la única REALIDAD.
Beso grande.
Jorge